
A medida que se masifica, la producción de calor y electricidad gracias a la energía solar está teniendo cada vez mayores alcances y beneficios para las ciudades y su comunidad; partiendo de la base de que hablamos de una fuente renovable que, por ejemplo, es capaz de proveer e inyectar electricidad al Sistema Interconectado.
A nivel mundial, los actores involucrados en el desarrollo de esta tecnología limpia siguen realizando investigaciones para perfeccionar los servicios ofrecidos y así aprovechar todo el potencial que tiene este tipo de matriz energética.
En ese sentido, los avances apuntan a una “segunda fase” en la implementación y uso de la energía solar: su almacenamiento en baterías. Las compañías del rubro están trabajando y perfeccionando su fabricación, para llegar a una producción y venta masiva en el futuro.
En lugares como Estados Unidos o incluso Asia y Europa están a la vanguardia en este aspecto, puesto que están en fases avanzadas de desarrollo de almacenamiento. Tanto así, que se están empezando a vislumbrar algunos cambios respecto de la forma en que “consumimos” la energía.
Efectos del almacenamiento
Una de las consecuencias inmediatas del uso de esta tecnología es la disminución en el costo del almacenamiento de la energía. Esto repercute, por ejemplo, en un menor costo de producción de los autos eléctricos, lo que, finalmente, se traduce en un beneficio para los consumidores.
Pero el impacto pueden llegar a ser aún más profundo. Los expertos especulan, además, que este fenómeno podría generar un cambio de paradigma en cuanto a la generación y consumo de energía a nivel nivel usuario; es decir, en los hogares de todas las personas.
Hoy en día, en países como Alemania es posible generar electricidad para el consumo diario, gracias a paneles solares fotovoltaicos instalados en los techos de las casas. La diferencia entre el contexto europeo y lo que ocurre en Chile, es que en el viejo continente, los excedentes de energía son devueltos al Sistema Interconectado, con la respectiva retribución económica.
Sin embargo, gracias al desarrollo de baterías de almacenamiento, esto podría cambiar. Así, daríamos paso a un estado total de independencia de la red eléctrica convencional, puesto que no sólo se podrá generar energía, sino también “guardarla” y usarla en la medida que sea necesario.
Esto supone un cambio radical en la concepción de cómo los usuarios podrán abastecerse de energía (o más bien, autoabastecerse). En lugares como Australia o Hawai, donde los costos de la electricidad son altos y la posibilidad de generar la propia energía está al alcance de la gran mayoría, no sólo es una opción viable, sino concreta y muy conveniente.
Es un debate que está en plena discusión, y no hace más que confirmar que las energías renovables forman parte de nuestro quehacer, cada vez con más preponderancia. Por eso, en ENGIE Laborelec seguimos atentos el curso de este tipo de fenómenos mundiales y trabajamos diariamente para ofrecer las soluciones adecuadas para cada requerimiento.
Fuente: Revista energía.