Recientemente estuvo en nuestro país el director del programa regional EKLA-KAS, Dr. Christian Hübner, quien dedicó su visita a describir el desarrollo energético alemán. El Dr. Hübner hizo notar que la mejor forma de obtener lecciones de la experiencia de desarrollo energético alemán no es a través de imitar sus programas de promoción de energías renovables domiciliaria (tipo feed-in-tariff). La realidad alemana, tanto en términos de recursos económicos como en potencial de implementación de proyectos renovables es diametralmente opuesta a la nuestra.
Pero entonces, ¿qué podemos aprender del desarrollo energético alemán? Un punto del cual se puede aprender de este país es su capacidad para tomar decisiones estratégicas y darles seguimiento en el tiempo. El desarrollo de la energía solar y el decomisionamiento de las plantas nucleares en suelo alemán son decisiones con un altísimo costo político y económico, pero que han sido pilares de la estrategia energética de la potencia europea.
En este sentido, ¿qué decisiones estratégicas ha tomado Chile que demuestren una visión de Estado? Muy pocas. Quizás se podría pensar en la construcción de los terminales de GNL. Sin embargo, la mayoría de las iniciativas son impulsadas de manera independiente por el sector privado, con un sector público como observador y actuando de manera reactiva frente a crisis y coyunturas en el sector energético.
El Ministerio de Energía ha logrado avanzar de manera importante en su tarea de destrabar el avance de proyectos energéticos. Aun así, la cartera de proyectos no incluye nuevos desarrollos en las denominadas energías de base. De esta forma, aunque se concreten nuevos proyectos, el país necesita generar una cartera de varios miles de MW en energía base a través de proyectos de tecnologías “convencionales”.
Y es que la recurrente oposición a proyectos hidráulicos, térmicos y a la energía nuclear, hace que sea muy difícil avanzar hacia los grandes bloques de energía que el país necesita. En este sentido, es concebible pensar que el país puede desarrollarse energéticamente con contribuciones decrecientes de energía térmica, energía hidráulica o sin energía nuclear, pero resulta imposible pensar en un escenario sin ninguna de esas fuentes.
En este contexto, Chile tiene la necesidad imperativa de tomar determinaciones sobre su futuro energético. La situación actual de indecisión y falta de voluntad de Estado para definir el rumbo del desarrollo energético es el camino de mayor costo para el país.
A modo de ejemplo, hacia fines del primer gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, el país veía con buenos ojos el desarrollo de la energía nuclear, pero luego del accidente en Fukushima se detuvo el desarrollo de los estudios necesarios para abrir esa opción en Chile. De aquí que sea imperante obtener una decisión de impulso al desarrollo, o una moratoria clara en dichos esfuerzos, y si no es nuclear, definir de manera clara qué tecnología o tecnologías proveerán la energía de base para el Chile de las próximas décadas.
La lección del desarrollo alemán es clara: Chile debe tomar una decisión estratégica en el sector energético. Y aunque toda decisión puede revisarse en el tiempo, en la medida que las circunstancias cambien, el país debería mantener dicha política de Estado por un marco de tiempo razonable que brinde la certidumbre necesaria a los actores del mercado.
Fuente: La Tercera