En el norte de Alemania se encuentra una planta depuradora que puede servir de modelo a regiones áridas: limpia aguas residuales, produce abono, biogás, electricidad y es hábitat de raras especies.
La planta de tratamiento de aguas residuales Steinhof, en las afueras de Braunschweig, en Baja Sajonia, es única en Alemania. Desde el aire parece una zona lacustre. Con una extensión de 220 hectáreas de campos regados con aguas residuales, se ha convertido en un hábitat para más de 300 especies de aves.
Su función primordial es el tratamiento de aguas residuales, con lo que se genera abono, se riega sembradíos y se produce gas con la capacidad de generar energía para unos 1.500 hogares y electricidad para unos 7.000 hogares. Se le conoce como el “modelo de Braunschweig” y surgió en la década de los años 50, tras la posguerra, cuando en esta región, de suelo árido y sin nutrientes, había escasez de alimentos.
Región árida en el norte de Alemania
“Lo que más falta hacía en la región era agua. Por eso se tuvo la idea de utilizar las aguas de desecho de Braunschweig para dotar de líquido sus suelos de arena y a la vez, examinar los nutrientes que se obtenían de las aguas residuales”, afirma Bernhard Teiser, director ejecutivo de la Asociación de Aguas Residuales de Braunschweig.
Las autoridades locales fundaron en 1954 la Asociación de Aguas Residuales de Braunschweig, primero con una estación muy simple, posteriormente con una planta de tratamiento y hoy en día cuenta con la primera red de tubería de biogás, con la que suministra energía a 1.500 hogares de la región.
Ese es el potencial de mayor importancia, ya que la utilización de aguas residuales en Alemania no es relevante debido a la abundancia de agua de lluvias. Sin embargo, en esta región al norte de Baja Sajonia las lluvias son menores al promedio del país, por lo que sin la utilización de aguas residuales no sería posible convertir en suelo fértil las tierras de estepa que se extienden en el horizonte.
¿Cómo se genera el biogás?
En el proceso de tratamiento de aguas residuales se obtiene lodo activado, que contiene una gran cantidad de bacterias que son utilizadas para depurar el agua, que se mezcla con los residuos provenientes de los hogares. Esto es recolectado en una planta depuradora y enviado a un proceso de fermentación en los gasómetros para generar biogás. “Es un proceso biológico en el que intervienen microorganismos, que con la ausencia de oxígeno transforman las sustancias orgánicas que contiene el lodo en gas metano, biogás”, afirma Teiser.
Unos 300.000 habitantes están conectados a través de la canalización con la planta depuradora de aguas. El agua tratada es utilizada en la agricultura, tanto para la producción de alimentos como de biocombustibles.
Una tercera parte del agua tratada llega a las lagunas de estabilización, que ocupan una superficie equivalente a 240 campos de fútbol. El líquido llega a través de una red de nueve kilómetros de extensión y entra a los depósitos por 25 distintos puntos. El regado continuo conforma los estanques artificiales que se han convertido en hábitat de 302 especies de aves, algunas nativas y otras migatorias.
Las otras dos terceras partes del agua reciclada es mezclada con el lodo activo y se transforma en abono orgánico con el que se riegan las tierras de cultivo. Unas 2.700 hectáreas reciben unos 15 millones de metros cúbicos de líquido. Ahí se cosechan unas 44.000 toneladas de maíz y centeno.
Responsabilidad de los habitantes
Debido a que con las aguas depuradas se riegan sembradíos de alimentos, las autoridades recuerdan la importancia de no tirar viejos medicamentos ni tóxicos como pintura a la canalización. Se exhorta a los habitantes a devolver viejos medicamentos a las farmacias o tirarlas en la basura corriente que acaba siendo incinerada. Nunca tirarlas en el lavabo bajo el chorro de agua corriente.
La planta de Steinhof tiene muchos visitantes de otros países interesados en la experiencia tras varias décadas. “Con seguridad ésta es interesante para regiones donde hay poca agua y en donde el agua reciclada podría destinarse a la demanda agrícola y así ahorrar agua potable y de fuentes subterráneas”, dice Teiser, que visitó México para presentar el modelo de Braunschweig. Específicamente estuvo hace siete años en San Luis Potosí, capital del estado del mismo nombre. Las autoridades locales escucharon la experiencia en Braunschweig en un momento en el que las fuentes de agua potable provenientes de mantos freáticos no podían cubrir las necesidades de líquido.
Entonces se pensó en tratar las aguas residuales para reutilizarlas para el riego de la agricultura y así reducir el consumo proveniente de ríos subterráneos. Pero el contacto con San Luis Potosí se perdió. “La distancia con México es grande, nuestro proyecto ha encontrado suelo fértil en países europeos que necesitan agua, como España”, añade.
Fuente: Revista Energía