Las cifras publicadas recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto de la contaminación medioambiental que enfrenta el mundo son impactantes. Si bien para nadie es novedad saber que los índices de contaminación van en aumento desde hace décadas, probablemente sí genere un poco más de preocupación aterrizar las consecuencias de dicho escenario e informarse con estadísticas concretas como, por ejemplo, que el 92% de los habitantes del planeta vive en localidades donde los niveles de la calidad del aire superan los límites establecidos por la OMS o que el número total de muertes provocadas por la mala calidad del aire hasta el momento equivale a 6.5 millones de personas.
El principal problema frente a esta tragedia medioambiental no se reduce a la falta de información de las personas respecto de este tipo de estudios, sino que se relaciona directamente con la carencia de conocimiento y conciencia respecto de posibles soluciones y medidas de prevención. Dicho mejor de otra forma, si actualmente nueve de cada diez personas respira aire contaminado, hablar sobre el tema no es suficiente ni generará cambios importantes. Lo que sí se requiere es que los países intensifiquen sus esfuerzos e inviertan en tecnología y medios de transporte sustentables, y eduquen a la población respecto de las emisiones de gases contaminantes que sí se pueden reducir con medidas de eficiencia energética, de la utilización de energías renovables, del reciclaje y la gestión de los desechos sólidos, entre otros aspectos.
En este caso, la clásica frase “información es poder” calza perfecto con la necesidad actual de los países frente al caos medioambiental. En el caso de Chile, no sirve de mucho saber que los hogares chilenos producen 5 toneladas de CO2 al año o que uno de los planes gubernamentales pretende reducir las emisiones de este gas contaminante al 2030 en un 30% si no existe una entrega informativa que guíe y entregue directrices a las personas para que, en su día a día y mediante sus acciones cotidianas, se transformen en agentes de cambio. En otras palabras, no podemos esperar que los chilenos comiencen a tomar medidas de eficiencia energética, opten por medios de transportes sostenibles o compren electrodomésticos más eficientes, si no se les informa para generar conciencia y enseñar qué acciones específicas permiten reducir las emisiones de CO2 o cómo se reconoce un artefacto que es realmente eficiente y no contamina. Se requiere acercar el mundo de la eficiencia, sustentabilidad, reciclaje y cuidado medioambiental a las personas y dejar de tratarlo como un tema de nicho o que se relaciona con la tendencia porque NO es una moda. Muy por el contrario, hace bastante tiempo que debería ser parte de la vida de los chilenos.
La OMS lo mencionó al momento de entregar las cifras sobre contaminación ambiental en el mundo este 2016 y variadas organizaciones, ministerios y fundaciones lo vienen trabajando hace tiempo: si se quiere cambiar este escenario negativo y proyectar un futuro un poco más óptimo en términos de calidad de vida, hay que adoptar medidas concretas y responsables para combatir la contaminación del aire y reducirlas alarmantes cifras de muertes derivadas de este foco.
Fuente: top-ten.cl